12/4/09

CRÍTICA 

La búsqueda a través de lo lúdico


En periodismo nunca se escribe en primera persona pero, dado el efecto que me causó la obra, me tomo esta libertad que espero el lector sepa comprender. Ego no es una obra que me animaría a recomendar (de hecho mi acompañante salió enojadísima del teatro) sin embargo a mí me gustó y mucho.
Cuatro amigos se dan cita semanalmente para jugar al pool y la obra transcurre en uno de esos encuentros. Entre típicas bromas de hombres, señas de que lo que estamos viendo es teatro, agresividades varoniles y anéctodas sexuales la escena transcurre hasta que, sin dicer agua va, vuelve a empezar. Pero este volver al inicio no es reiterativo sino que cada vez se agregan nuevas informaciones que suplementan lo que ya vimos o nos permiten comprender mejor de qué se estaba hablando. Podríamos pensar que "Ego" es como una recorrida en espiral (comenzando desde el centro) donde en cada nueva vuelta hay una búsqueda (a cerca de lo que el teatro es o podría ser o a la directora le gustaría que fuera) que culmina con la aparición del personaje femenino y que provoca que esa búsqueda se dispare definitivamente hacía nuevos horizontes.
Lo interesante de la propuesta es que la experimentación a nivel textual no está teñida de snobismo (como suele ocurrir en muchas ocasiones) ni de un lenguaje críptico que esconde en realidad un vacio total de ideas motoras. La obra se pone a jugar con lo que es el teatro y experimenta desde la alegría de lo lúdico una búsqueda por romper determinados parámetros. Parodiando a las vanguardias y poniéndose a resguardo de cualquier crítica la obra consigue aportar algo nuevo aunque se presente como un juego que no busca tal fin (la frase es un poco opaca pero no se puede ser más claro sin contar el argumento).
En cuanto al desarrollo actoral, todo el elenco está muy bien en sus papeles y se mueven cómodamente en una estructura dramática que no resulta fácil de llevar.
En una cartelera que muchas veces peca de cierta modorra creativa Ego es una bocanada de aire fresco que nos recuerda que el teatro es un juego al que hay que animarse a jugar para que aflore lo bello. Una experimentación hecha con seriedad y profesionalismo que cuestiona y busca nuevos caminos. Algo distinto...y eso está bueno.

Martín Fernández Tojo
www.enescenahoy.com.ar

CRÍTICA DE “El Bondi”

Actuando que actúan

Cuatro amigos juegan al pool y discuten sobre la vida y los placeres en una obra que no para de comenzar a medida que las cosas no resultan como creen.

Teatro dentro del teatro, como el cine dentro del cine de Ocho y medio de Fellini o La noche americana de Truffaut. “Ego” es un homenaje que no es más que una crítica al snobismo de los intelectuales insoportables que mezclan ideas y se pierden entre idas y vueltas innecesarias.

El miedo al cliché y los riesgos de repetirse juegan un rol fundamental en “Ego”, una obra que miente guiñando un ojo a los espectadores en todo momento para confundirlos y preparar el gran remate.

Cuatro amigos juegan al pool y charlan banalidades como cualquier grupo de cuatro amigos: mujeres, sexo, mujeres, la vida, mujeres y sexo. Lo cotidiano, lo real, la vida común y corriente se mezcla con los vicios del arte, las maneras de contar una historia. Un homenaje a David Lynch, o simplemente una crítica por lo absurdo y lo complejo. Cuatro amigos repiten el acto, como si sólo se tratara de la vida misma.

La obra de Candelaria Sabagh gana por el impacto que la obra va teniendo a medida que transcurren las escenas. Una mujer aparece y rompe el esquema, quebrando un deja vu constante que estos cuatro amigos acostumbran a tener.

Periodista: Sebastian Barrera
Fotógrafo: Beto Landoni